Por Oscar Falcon, Vicepresidente Senior y Director General, Energía - América Latina de Black & Veatch.
Con el auge que actualmente vive el Hidrógeno Verde, muchas empresas están buscando implementar esta tecnología para aprovecharla en sus procesos. Sin embargo, no saben cómo desarrollar este tipo de proyectos. ¿Qué deben tener en cuenta para llevarlos adelante?
El acelerado avance del cambio climático es un tema que concierne a la sociedad en su conjunto. Actualmente, es casi imposible pensar en un futuro viable sin la implementación de acciones concretas que contrarresten sus efectos. En este contexto, Chile se ha posicionado como uno de los grandes actores de Latinoamérica en desarrollar acciones para lograr la tan anhelada meta de convertirse en el primer país en dar ejemplo de carbono neutral al 2050. De hecho, el último reporte de BloombergNEF, llamado “Climatescope Emerging Markets Outlook 2020”, lo ubicó en el primer lugar en energías limpias dentro de países en desarrollo, destacando el proceso de descarbonización que implementa y los plazos estipulados para lograrlo.
Una de las estrategias más prometedoras en el proceso de descarbonización es la de Hidrógeno Verde, y Chile ya parte de una base sólida en esta área gracias a su “Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde”: un planteamiento ambicioso y con el cual se equipará en cuanto a expectativas y metas de las estrategias de países que tradicionalmente han llevado la delantera en energías limpias.
Así como los Gobiernos, y considerando la responsabilidad que tenemos todos los sectores sociales con mejorar las condiciones del mundo, las organizaciones y empresas también han establecido un compromiso con la implementación del Hidrógeno Verde. Sin embargo, muchos de ellos no tienen claro el camino. En este sentido, carecen de una Hoja de Ruta que defi na inversiones en efi ciencia energética, energías renovables y otras nuevas tecnologías, muchas de las cuales tienen un componente de hidrógeno directo o indirecto.
¿Qué debe tener una Hoja de Ruta?
Esta Hoja de Ruta debe evaluar cuáles tecnologías de descarbonización son las más adecuadas para alcanzar las metas trazadas, pero no solo eso garantizará su éxito, pues deben sumarse dos aspectos clave: por un lado, la identificación de los frutos fáciles de alcanzar, la comprensión del arte de lo posible y también aceptación de la incertidumbre. La adaptabilidad debe incorporarse en el plan, a menudo, con puntos de corte preestablecidos para evaluar el progreso y refl exionar sobre los cambios y desarrollos que infl uirán en la evolución de la estrategia. Este enfoque evita la parálisis del análisis ante exigentes objetivos de descarbonización. Parte de este punto es abordar los posibles cambios organizacionales. Es vital comprender que la descarbonización no será rentable para todas las organizaciones, especialmente a corto plazo. Es posible que la mentalidad organizacional deba cambiar para adaptarse a esto.
Por otro lado, los planes deben evaluar el panorama regulatorio en el que se va a trabajar. En el caso de Chile, el país cuenta con una Estrategia Nacional de Hidrógeno Verde, desarrollada por el Ministerio de Energía en noviembre del 2020, donde mencionan, entre otros aspectos, que es “uno de los pocos países del mundo en comenzar a tramitar una Ley Marco de Cambio Climático”.
En conclusión, la Hoja de Ruta permitirá identifi car, analizar y planifi car todos los pasos a seguir para alcanzar con éxito la meta de descarbonización y la implementación de forma efectiva de la estrategia de Hidrógeno Verde. Para esto, pueden recurrir a expertos en el área que les ayuden a desarrollar esta Hojas de Ruta adaptadas a sus necesidades específi cas para que logren alcanzar sus objetivos fi nancieros y de sostenibilidad.
Esta columna apareció por primera vez en Electroindustria.